Cycle: Psicología 4, Los condicionantes de los atletas en el rendimiento

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CYCLE: PSICOLOGÍA
POR: DIEGO BECERRA

 

LOS CONDICIONANTES DE LOS ATLETAS EN EL RENDIMIENTO

 

En nuestras últimas dos columnas de este eje temático, se expuso: el primer paso que debe darse desde la piscología para lograr iniciar un proceso de formación deportiva de manera ideal y, la motivación como pilar del mismo. Esta vez, la columna ahondará en los condicionantes psicológicos de los atletas en el rendimiento, esos que determinarán la capacidad de ellos para poder rendir.

Cuando se habla de que un atleta pueda rendir durante un evento competitivo en la medida de sus posibilidades, se debe hablar de que debe reunir las siguientes condiciones.

Poder aprender

Esta condición debe abordarse desde dos perspectivas, la dinámica funcional personal del atleta y el entorno más cercano del atleta. En la primera, me refiero a la forma de pensar del atleta, la forma de comportarse, los valores, las actitudes, las creencias y principios que definen su manera diaria de sentir e interpretar las cosas que suceden. Para un atleta muy perfeccionista, por ejemplo, las cosas están perfectas o fatales, ya que no existen para él términos medios, así si en una sesión de entrenamiento o competencia existe un pequeño fallo, la calificará como pésima o sin calidad. Una cuestión que puede suceder frecuentemente y que terminará por hacerle percibir a él mismo que no hay progresión en el rendimiento, que su perseverancia no basta y que lo más sensato es abandonar el proceso. En este caso, el funcionamiento perfeccionista del atleta no le permite aprender.

Desde la segunda perspectiva, poder aprender dependerá de las personas que integran el entorno inmediato del atleta. Un atleta en formación tendrá en su entorno más cercano: sus padres, amigos, compañeros de equipo, profesores y entrenadores. Un atleta en una fase de rendimiento agrandará su círculo cercano. La prensa, los directivos deportivos, los representantes, la pareja, harán parte activa de su día a día. Estas personas deberán facilitar el aprendizaje y el rendimiento del atleta. Si esto no fuera posible, será suficiente que el accionar de ellos no interfiera en la progresión del mismo, “a veces la mejor forma de sumar, es no restar”. Por ejemplo, existe un ciclista muy habilidoso, con la capacidad de resolver un embalaje al sprint de manera categórica, pero siempre que está en esa situación, no es capaz de llevarlo a buen término. De 20 embalajes que ha disputado, no ha logrado conseguir salir avante en ninguno. Los entrenadores después de analizar su comportamiento ante sus demás adversarios llegan a la conclusión que no toma las decisiones correctas o las toma de manera tardía. Al estudiar el entorno del ciclista se dan cuenta que existe una constante: todos deciden por él. Por su entorno, en el que siempre deciden por él, el atleta no tiene la oportunidad de aprender a decidir. Puede ocurrir que con la mejor intención, las personas más cercanas privan de la oportunidad de aprender a decidir. Un entorno sobre protector no facilita la progresión de un atleta.

Llegar a rendir a la máxima capacidad debe empezar por tener una forma sana de percibir la vida diariamente y gozar de un entorno que en la medida de lo posible no reste la posibilidad de aprender.

Querer aprender

 

Esta condición se refiere explícitamente al tema de la columna anterior, la motivación. A menudo se confunde esta palabra con otras que significan cosas parecidas, como tener sueños, ilusión, deseo. Pero para que un atleta pueda realmente estar motivado es preciso que cumpla dos condiciones. Tener claros los objetivos y pagar el precio para conseguirlos. La primera condición se refiere, a no tener solamente claro los objetivos, sino tener su consecución definida en el tiempo. Es más, deberá tener claro los medios de trabajo con los cuales logrará alcanzar tales objetivos en los términos planteados. Esto palabras más, palabras menos, se define como “claridad”.


La segunda condición se refiere a que esa claridad debe transformarse en motivación a través del compromiso, entendido como pagar el precio (sacrificios y esfuerzos) que cuesta aquello que se busca obtener (objetivos deportivos). Un claro ejemplo de esto en el ciclismo es en el ámbito nutricional, “pagar” de forma parcial el precio, siendo muy juicioso algunos días, pero en otros teniendo una pésima alimentación, no logrará que los objetivos propuestos en este aspecto se cumplan en el tiempo necesario, pero si generará un estrés innecesario y hasta desmotivador.

 

Saber aprender

 

Son varios los conceptos y los hábitos que el atleta debe reunir para poder afirmar que sabe aprender. Por saber aprender nos remitiremos al hecho de poder aprender en el menor tiempo posible y que aquellos contenidos que aprende no los olvida fácilmente y son recordados incluso bajo presión.


De lo primero que me referiré en este condicionante, es la atribución de los errores. Un docente que tuve hace poco tiempo indicaba que existían dos tipos de atletas, aquellos que van buscando una excusa para fallar y aquellos que van buscando una solución para lograr la victoria. Cada vez que un atleta busca una excusa para justificar un error pierde una oportunidad de mejorar (si en nada se falla, nada hay por mejorar), y si no se mejora, el nivel se estanca. Asumir los errores entonces es el primer paso para progresar rápidamente. Eso sí, no todos los errores, sino los que realmente dependen totalmente de su accionar.


Un segundo aspecto de este condicionante es la captación y procesamiento de la información. No todos los atletas tienen la misma capacidad para aprender. En este caso en particular, la cantidad de información que se trasmite dependerá directamente de la capacidad de aprendizaje, teniendo esta condición presente, se aplican estrategias para dosificar la información que se les trasmite, por ejemplo, terminar totalmente con un tema para iniciar a transmitir otro, corroborando que lo que se expresa sea comprendido de la misma forma por el atleta. Luego de ello, está la facilidad de elaborar por parte del atleta, herramientas que le permitan tomar decisiones y llegar a conclusiones que le orienten su accionar. Un atleta que sea demorado captando información no implica necesariamente que sea uno que no sea diestro elaborando la información. Distinguir estos dos procesos es importante para facilitar el aprendizaje. Una cuestión por parte de los entrenadores, sin decir que sean las únicas que merezcan atención, debe ser dosificar la información y otra, enseñar criterios que faciliten el tomar decisiones.


Un tercer aspecto es el establecer objetivos y medios de trabajo. El solo hecho de establecer objetivos aumenta considerablemente la cantidad de trabajo que se va a realizar para alcanzarlos. Por eso, que el atleta sepa dónde debe invertir su tiempo y sus esfuerzos diarios es de vital importancia en el proceso de aprendizaje.


El cuarto y último aspecto de este condicionante es el análisis del error. En este aspecto es importante analizar el comportamiento del atleta a la hora de errar. Cerciorarse si tiene el habito de tomarse el tiempo para analizar el error. Si saca conclusiones cuando analiza estos errores, y si esas conclusiones las convierten en herramientas que usa en próximas oportunidades. Un atleta que comete dos errores consecutivos de la misma naturaleza y no cambia nada en su forma de actuar, probablemente necesita aprender a aprender. Fallar no es el problema, recordemos que de allí nace el aprendizaje, el problema es no cambiar en algo el accionar para buscar mejorar.


Saber demostrar lo aprendido (saber competir)

 

Al igual que en el condicionante “saber aprender”, son varios los conceptos y los hábitos que el atleta debe reunir para poder afirmar que sabe competir.

El primero de ellos es evitar la ansiedad. En edades formativas, muchas veces como profesionales cometemos el error de creer que el miedo al competir provenía de la presencia de los padres de un atleta. Pero en la ausencia de ellos lo cierto es que ese miedo se trasmite a hermanos, jueces, rivales, y finalmente se expresa como temores a la bicicleta y cómo desempeñarse bien sobre ella. Lo cierto es que “el problema” no está en estas personas u objetos, sino en un modo en particular como los percibe el atleta. El afrontar y no evitar, permite al atleta aprender.


El segundo aspecto de este condicionante es justamente controlar la ansiedad si es inevitable sentirla. La ansiedad aun al afrontarla sigue siendo algo negativo. Mucha, es mala; y poca, también. Así que lo importante será identificar señales que informen cuando está desajustado por arriba o por debajo el atleta y aprender técnicas de autocontrol emocional que logren llevarlo a un ajuste. (Sobre este tema estará enfocada nuestra próxima columna de este eje temático).


Una forma distinta de afrontar la ansiedad es tolerarla, sabiendo que tarde o temprano aparecerá, y que la aceptación de esta realidad puede ser una buena estrategia si se comprende que hacer algo para disminuirla o eliminarla es darle justamente más importancia, y que seguir con el libreto como si no hubiera aparecido sin conferirle más importancia de la que tiene, hace que su protagonismo disminuya.


Una evolución de este tipo de afrontamiento (tolerarla), es disfrutar de ella. Ya que la ansiedad se convierte en algo que da sentido a la competencia. Se convierte en un factor positivo que permite al atleta aflorar sus errores y ponerse a prueba. Para los atletas que logran conseguir esto, pocas cosas les generan tal grado de excitación; por lo que competir, acaba convirtiéndose en algo adictivo. Los atletas que logran esto, pueden rendir por encima de sus posibilidades en los momentos claves de la competencia y pocas veces perderán un duelo con otro atleta que controla la ansiedad o simplemente la tolera. A mi modo de ver, estos atletas siempre tienen algo en común. Una gran confianza en ellos mismos y una vida desde pequeños en ambientes que les ha propiciado un espíritu competitivo. Algo importante a analizar y trabajar de manera individualizada.


Estos son los cuatro condicionantes del entrenamiento: poder aprender, querer aprender, saber aprender, saber demostrar lo aprendido. De ellos dependerá la capacidad del atleta para poder rendir y tanto para quienes buscan mejorar como atletas o para quienes llevan un proceso formativo es de vital importancia tener una conciencia continua sobre estos condicionantes.


Para finalizar me gustaría indicar que la piscología aplicada al deporte se ha enfocado mucho en el control de la ansiedad. Pero es importante tanto los Psicólogos deportivos como los entrenadores, incluyéndome, enfocar los esfuerzos en el disfrute de la presión, pasando obviamente por la tolerancia de la misma. De lo contrario difícilmente se logrará que los atletas compitan por encima de su nivel en determinados momentos, y lo peor aún, que se diviertan al hacerlo.

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